Reverdecer las ciudades recuperando las terrazas: buscando soluciones al chabolismo vertical.

English below if available

  • Milán, ¿Y por qué no aquí?

  • Sofisticaciones, cuando hay soluciones simples.

  • ¿Por dónde rehabilitamos ahora? Edif. 1965, Arq. Artiñano

  • DoCoMoMo Dúplex 1965, Arq. Fco. Cabrero. 1965

  • La terraza y el observador.¿Un nuevo C.D.Friedrich?

Las terrazas y otros espacios exteriores arquitectónicos se han revelado como imprescindibles  en la COVID-19[i]. Sin embargo el fenómeno, bastante común, de anularlas o cerrarlas de forma unilateral  y presumiblemente ilegal  e indocumentada plantea  problemas de salud, energéticos, estéticos, y de índole social, jurídica y de gestión. Ha comprometido la habitabilidad de las viviendas y  ha destruido la imagen de la ciudad.

 

 

Alojar en la ciudad

 

Las viviendas deben, entre otras cosas,  garantizar nuestra salud y bienestar, mediante sus prestaciones de habitabilidad y seguridad, como  ventilación adecuada, buena iluminación, aislamiento de ruidos, confort térmico, protección, etc. Al mismo tiempo, el volumen y la forma de los edificios,  sus características y su exterior y representan la cultura arquitectónica de la del momento y conforman la imagen de la ciudad.  En la vivienda y en los edificios coinciden particularidades  de todos los ámbitos,  sin excluir las regulaciones de orden técnico,  legal, fiscal  y administrativas. Son pues un elemento complejo de balance entre muy diversas materias,  y  la modificación de algunas de estas características puede suponer  una caída en cadena de otras.

 

Las terrazas y los espacios exteriores (galerías, balcones, azoteas en áticos, miradores, verandas, porches, balconadas, etc.)  son un elemento esencial en la arquitectura mediterránea y en climas templados,  pues crean un espacio de filtro y comunicación entre el exterior y el exterior, cumplen una peculiar misión de relación social, permiten disfrutar del aire libre con cierta intimidad, atemperan las condiciones climáticas, defienden al usuario de las condiciones extremas y, especialmente en clima español, protegen del excesivo soleamiento. En la edificación son un elemento más en este balance entre los elementos que componen el espacio que habitamos.

 

En la reclusión consecuencia de la pandemia COVID-19, estos espacios han cobrado una especial relevancia y ha sido objeto de valoración, de debate y reflexión en artículos de prensa y redes sociales, que se han preguntado: ¿por qué  hay tan pocas terrazas?  ¿No deberían las viviendas diseñarse con estos espacios abiertos? Sin embargo, las terrazas existían profusamente en los edificios urbanos de las décadas 60 en adelante (la de mayor desarrollo urbano en España); pero muchas de ellas se han cerrado o anulado. ¿Por qué ¿Se puede cuantificar este fenómeno? ¿Qué consecuencias tiene en este complejo balance de prestaciones que una vivienda debe satisfacer? Lo cierto es que en la pandemia la demanda por viviendas con terrazas y áticos ha subido un 40%.[ii][iii]

 

Una aproximación al problema

 

El problema radica en entornos urbanos y en bloques multifamiliares en régimen de propiedad horizontal, que es la tipología mayoritaria en España. Las razones son numerosas. El problema abarca a todos los  niveles  económicos y  tamaños y alcanza también a edificios patrimoniales declarados de interés e incluso protegidos. El propietario,  de forma individual, sin criterio ni proyecto técnico, y probablemente sin permisos ni licencias,  ha pretendido mejorar su vivienda, pero en la mayoría de los casos la ha  empeorado, especialmente en temas de habitabilidad: la ventilación se dificulta o se anula; la iluminación se reduce; el aislamiento se trastoca y el confort térmico exige más energía; aumentan toda clase de patologías, incluidas las estructurales.  La cultura arquitectónica se minusvalora y  la imagen de la ciudad se deteriora terriblemente. Legalmente se producen situaciones desajustadas entre copropietarios y las cuestiones administrativas no se cumplen debidamente e incluso se alteran los criterios y ordenanzas urbanísticas, que se ignoran. Muchas  de estas actuaciones se han realizado en la economía sumergida. Las legislaciones urbanísticas municipales tienen, en general, un protocolo de actuación para estos casos. Sin embargo, una simple visión a las ciudades deja claro que no ha sido aplicado. El fenómeno ha sido denominado por algunos arquitectos como “chabolismo vertical”[iv].

 

¿Y cómo rehabilitamos ahora?

 

Por otra parte, el Plan Nacional Integrado De Energía Y Clima (PNIEC)[v] y otras estrategias estatales consideran imprescindible la rehabilitación energética de 1,2 millones de viviendas hasta 2030 (300.000 anuales, según otras fuentes), como pieza clave para la acelerar la transición energética y los objetivos de desarrollo sostenible. Numerosos agentes de la edificación, instituciones y financieras liberarán grandes esfuerzos y recursos para ello.  La rehabilitación energética de las viviendas existentes es esencial, y por ello cualquier intervención se va a encontrar de frente  con este problema, ya que una primera aproximación puede estimar que el número de viviendas afectadas por este fenómeno puede alcanzar o superar los dos millones. La escala para rehabilitar energéticamente de forma adecuada es la del edificio completo, colectivo, no la escala de la vivienda, lo que hace complejo el asunto. 

 

En la rehabilitación surge la gravedad del  problema. ¿Por dónde se ha de rehabilitar? ¿Cuál es el perímetro del edificio en estos casos? ¿La rehabilitación debería asumir las modificaciones realizadas, aunque fueran ilegales? ¿Cuáles serían las implicaciones? ¿Quién debería sufragar la reparación de las consecuencias de unas acciones individuales? Si se origina un conflicto de intereses entre los copropietarios que han modificado unilateralmente y los que mantienen la situación original, ¿cómo resolverlo? ¿Hay ya experiencia suficiente en edificios ya rehabilitados que permitan sacar alguna conclusión?  ¿Y cuál es la responsabilidad de la Administración, tras décadas de “laissez faire”?

 

Un poco de historia

 

En las décadas 50, 60 y 70 se construyeron en España 7,73 millones de viviendas[vi]. Tipológicamente hubo mucho interés en desarrollar un nuevo tipo de vivienda conforme fueron  conociéndose y analizándose los tipos de vivienda europeos y se fue introduciendo la influencia del Movimiento Moderno, de Le Corbusier y de Bauhaus en España.  La bibliografía sobre la definición de la vivienda mínima e higiénica en los congresos y reuniones de arquitectos es muy abundante. Interpretada para la sociedad española del momento, supuso una alternativa a formas de habitar anteriores, y en los años 60 ya estaba bastante enraizada. La unión de estas nuevas tipologías con los materiales y sistemas constructivos disponibles dio lugar al peculiar carácter de los desarrollos de nuestras ciudades de esos años.[vii]

 

El Movimiento Moderno, llamado por algunos “Estilo Internacional”, fue una arquitectura que buscaba más la función, la higiene y la utilidad para el ser humano, genérico, que la representación y la apariencia de la arquitectura burguesa residencial del siglo XIX. En este movimiento, que llegó a España como a todos los países europeos, aunque algo más tardíamente, la terraza era un reflejo de un estilo de vida en contacto con el aire libre. La arquitectura del Movimiento Moderno, apoyada en los nuevos materiales que permitían independencia de la estructura de los cerramientos, proclamaba apertura de espacios y un tipo de vivienda más luminoso y saludable, soleado, en el que todas las piezas tuvieran comunicación directa con el exterior.

 

Las terrazas en plantas intermedias y las azoteas en las  cubiertas del edificio recibieron una especial atención de estas ideas higienistas y que una incipiente técnica de impermeabilización empezaba  a facilitar. Las azoteas y áticos se podían utilizar para algo más que tender la ropa de forma comunal; las terrazas podían permitir esparcimiento incluso ejercicio físico[viii];  y un espacio abierto junto a las cocinas facilitaba  algunos usos domésticos y permitía tender ropa de forma individual. Protegían de la radiación directa y de la lluvia; se las dotaba de jardineras, de lamas para facilitar la circulación de aire; de celosías en algunos casos por privacidad. Era una oportunidad para introducir ideas nuevas, formas de habitar más ricas y acordes con la sociedad de su tiempo. Se colocaron pérgolas en los áticos, que tenían varias funciones. Una era meramente estética, de remate del edificio, muchas veces con las formas curvas que caracterizaban la estética sesentera  de la época. Otra era facilitar que plantas trepadoras y enredaderas añadieran una imagen vegetal al conjunto del edificio, aumentando las posibilidades de sombra.

 

Una patente de corso.

 

Con el tiempo, el desconocimiento del significado de la propiedad horizontal y una grave falta de conciencia colectiva  hicieron que los espacios abiertos (terrazas, etc.) se interpretaran como una patente de corso para disponer de ellos a conveniencia. El fenómeno se extiende a viviendas de todos los niveles, independientemente de su tamaño: ¿quién no quiere aumentar la superficie de su vivienda? Puede ser una nueva habitación, como la que ocupa el abuelo de Manolito Gafotas en Carabanchel (Alto)[ix], o un cuarto de estar más amplio. Puede deberse también a una cuestión de gusto, de uso, una necesidad de aislamiento acústico en calles ruidosas, una moda, una forma de ejercitar una cierta creatividad o simplemente avaricia[x]

 

El catálogo de aberraciones cometidas al albur de esta creatividad espontánea es enorme, basta elevar la vista en cualquier calle de cualquier ciudad española. Ha afectado incluso a edificios catalogados DoCoMoMo[xi], aquellos de calidad singular que han de transmitir a otras generaciones los valores de la cultura arquitectónica de nuestra época, deformando su excelencia. Y, lo que es más dramático, este fenómeno ha sido asumido como algo inocuo e inevitable, sin ser ninguna de estas dos cosas.  En los días de la pandemia del Covid 19 ha habido tiempo para reflexionar sobre las terrazas, que han cobrado un sentido especial,  y en los medios ha habido multitud de explicaciones, contra explicaciones, reacciones e incluso arrepentimientos: Pero en todas estas causas, por razonablemente que de forma individual puedan justificarse,  la base es siempre la misma: un completo desconocimiento (o incluso desprecio) del sentido de la colectividad.

 

¿Buscando soluciones?

 

El fenómeno merece un estudio completo, pero pueden avanzarse propuestas y soluciones.  Como todos los problemas complejos, debe darse espacio a análisis pormenorizados y categorizados, pues las situaciones pueden ser muy diversas, como numerosa es la casuística. Las razones, la estructura social de los usuarios, la agresividad del entorno, las tipologías previas y las necesidades de cada caso son variables y requieren soluciones específicas.

 

No obstante  pueden avanzarse algunas soluciones. Los beneficios de la vegetación como estrategia para fomentar la biodiversidad y otros Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en la ciudad ya han sido suficientemente contrastados y descritos.  Su contribución al bienestar de los ciudadanos en general, y específicamente a los usuarios de la vivienda, merece una campaña para hacerse difundir.  Resulta una cierta novedad  tecnológica realizar fachadas y azoteas verdes, pero reverdecer las terrazas, nuestras  simples y sencillas terrazas,  que ya estaban previstas para ello, es mucho más económico, lógico y al alcance de todos.  Recuperar las funciones previstas en origen en las terrazas y aplicar técnicas actuales de rehabilitación puede mejorar las condiciones originales de la vivienda, contribuir a la rehabilitación energética y colaborar a  la reducción de los impactos del cambio climático y descarbonización de la ciudad. Aumentarían además la apreciación de la arquitectura y la conciencia colectiva de participación en la ciudad, tan necesarias.  Todos ganaríamos.

 

 

[i] Amann y Alcocer, Atxu and  Martella, Flavio.  Public house: the city folds into the space of the home

Architectural Review. 4 June, 2020 

[ii] El Covid.19 impulsa la demanda de viviendas “resistentes al confinamiento”.  ABC Inmobiliario. 24/04/2020

[iii] Fresneda, Diana. “Con terraza, más luz natural y alejadas del centro” Coronavirus- RTVE-Noticias. 8/5/2020

[iv] Lamela, Carlos. "En España hemos abusado del ladrillo y no nos hemos preocupado por la calidad de los edificios". El Idealista. 06/4/2019. https://www.idealista.com/news/especiales/reportajes/2019/06/04//774837

[v] Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) para el periodo 2021-2030

[vi] Instituto Nacional de Estadística. INE. Censos de Población y Viviendas 2011. Viviendas.

[vii]I. Lizundia-Uranga La solución de fachada convencional del periodo desarrollista en el caso de Gipuzkoa: declive (y final) de un sistema constructivo. Informes de la Construcción, Vol 67, No 538 (2015).  https://doi.org/10.3989/ic.13.167

[viii] Pereda, Emilio. Arquitecto. Las terrazas en las viviendas. Rev. Arquitectura n0 92. Madrid, 1949. Pp 386-389.

[ix] Lindo, Elvira. Manolito Gafotas. Todo Manolito.  El último mono.  Ed Alfaguara. 2000. “Mi abuelo mola, mola mucho, mola un pegote. Hace tres años se vino del pueblo y mi madre cerró la terraza con aluminio visto y puso un sofá cama para que durmiéramos mi abuelo y yo. Todas las noches le saco la cama…Si mi abuelo muriera, yo tendría que compartir la terraza de aluminio visto con el Imbécil y eso me cortaría bastante el rollo” pp. 7

[x] Blanchar. Clara. El dia en què Barcelona va renegar dels balcons | Catalunya | EL PAÍS Catalunya. Barcelona, 3 Mai 2020.

[xi] González Díaz, M. J    Sustainable rehabilitation of 20th century heritage: experiences to identify barriers. Rehabilitación sostenible  del patrimonio del siglo XX: experiencias para la identificación de barreras. 7º Congreso Europeo  sobre Eficiencia Energética y Sostenibilidad  en Arquitectura y Urbanismo. Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea-  Donostia-San Sebastián, Spain 4-6 julio 2016. https://core.ac.uk/reader/154233040